La última novela del griego Petros Markaris, “La ira de los humillados” nos lleva a otra modalidad de conflicto social: la derivada de los estudios universitarios y las posibilidades de crecimiento personal. Es el conflicto entre las carreras de humanidades y las técnicas y económicas.
Simplificando mucho, en el momento en que se está discutiendo en Grecia la reforma de las enseñanzas para facilitar que los estudiantes lleguen en buenas condiciones a las carreras técnicas y económicas, se producen manifestaciones en contra del proceso y empiezan a aparecer personas vinculadas al proceso que son asesinadas.
Es el momento en que entra el inspector Jaritos y su equipo para intentar resolver los crímenes. Unos crímenes especialmente complejos en la medida en que no hay pruebas, el contexto de manifestaciones complica la investigación y la personalidad de los asesinados, especialmente el primero, no facilita precisamente la resolución de los crímenes.
Pero también es la novela de la tensión que tiene Jaritos producto del cambio en el Ministerio y la llegada de un nuevo Ministro que en un ataque de cuñadismo político piensa que la resolución de un crimen es algo parecido a ponerlo en Google y que aparezca la respuesta. La novedad de Jaritos en su nuevo puesto hace que tenga una seguridad añadida en el desarrollo de la historia.
En tercer lugar, es la novela de la edad, como lo prueban dos elementos: la necesidad que tiene Jaritos del reposo del guerrero con su nieto, o sencillamente cumpliendo los horarios y descansando en casa después de la jornada laboral. Y también en la enfermedad de uno de los refugiados. La búsqueda de la salida de la oficina es algo que por reiterado en la novela llama la atención.
Esta novela es el decimosexto volumen de la serie Jaritos. Una serie que nos ha venido ilustrando sobre Grecia y sus problemas sociales. Jaritos ha sido, de este modo, la excusa de Markaris para abordar los problemas que están detrás de lo que se puede leer en los medios de comunicación a diario. Pero al mismo tiempo, los crímenes varían aunque la sustancia sea la misma. Y en este caso Jaritos ve cómo su escasa formación puede significar un problema a la hora de la resolución de los casos. Filólogos, sociólogos, psicólogos, especialistas en educación aparecen a lo largo de las páginas. Pero también la necesidad de dotarse de una estructura que esté a la altura de de las nuevas modalidades de criminalidad, especialmente en las causas y desarrollos. Desde la perspectiva de la novela negra, también se aprecia esta evolución constante en las novelas de Jaritos, cuya dificultad de resolución ha ido incrementándose ejemplar a ejemplar.
Estas son novelas familiares, en donde se está seguro de pasar un rato agradable, no complicado. Y son novelas en las que los personajes son cercanos. Adrianí, es el ejemplo más claro de esta cercanía. Ya entra dentro de la valoración de cada uno dónde coloca esta novela dentro de la serie.
Descubre más desde La República de los Libros
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.